martes, 24 de julio de 2012

Aprende a escuchar a tu cuerpo


Muchas veces, nos sentimos agotadas, extenuadas; y en lugar de hacerle caso a esa alarma interna, seguimos adelante a fuerza de café, aspirinas o bebidas energéticas. Vivimos estresadas y con un estado de ánimo "negativo-crítico-quejoso". Nuestro cuerpo nos informa que se está quedando sin recursos y el resultado es un "no puedo más" que nos carga admitir. 
 
Todo es parte de lo mismo: El cuerpo y la mente están jugando en distintos equipos, y en general, siempre terminamos obedeciendo a nuestra cabeza. Para terminar con su reinado, y lograr la armonía entre ambas partes, puedes comenzar por conocer qué significan las señales que te están enviando tus músculos, órganos y huesos. Toma nota:  

- Mareos frecuentes: La ansiedad puede generar temblores y mareos e incluso vértigo.

- Orina oscura: Puede ser consecuencia de que nos está faltando hidratación en el organismo y que debemos tomar más agua, aunque también es síntoma de infecciones urinarias.

- Tensión muscular y hormigueos: El estrés puede producir tensión muscular en la nuca y en la espalda, sensación de hormigueo en brazos y piernas y escalofríos. Además, puede generar taquicardia y palpitaciones, distensión abdominal e impotencia sexual.

- Ojos secos: Puede ser que estemos pasando demasiado tiempo frente al computador, que estemos tomando mucho alcohol (y poca agua) o que estemos en un ambiente muy frío y seco. En menor medida, puede deberse al consumo de ciertos medicamentos (antidepresivos, antihistamínicos) o hipertiroidismo.

- Calambres en las piernas: Cuando pasamos varias horas parados o sentados en la misma posición, usamos tacos altos o no tomamos suficiente líquido para mantenernos pueden tensarse los músculos de la pantorrilla. En menor medida, pueden ser el resultado de anticonvulsivos, antihistamínicos, estrógenos o medicamentos para la osteoporosis.

- Manos frías: Si siempre estás con las manos frías puede ser producto del estrés. Cuando estamos tensos, el sistema nervioso se acelera y se contrae la circulación sanguínea. Otra causa de tus manos heladas puede ser el síndrome de Raynaud, que afecta el flujo sanguíneo a las extremidades.

- Ronquidos: Estamos con sobrepeso o comimos muy pesado en la noche. Aunque también pueden deberse a que las vías respiratorias están bloqueadas, lo cual puede ser por alergias, tabique nasal desviado o resfríos crónicos.

Qué hacer
 
El cuerpo está todo el tiempo interpretando el ambiente, lo que pasa a nuestro alrededor; sin embargo estos estímulos son procesados en fracciones de segundos, y en seguida son "catalogados" por la mente. ¿Cómo hacer una pausa y simplemente sentir? Te damos algunos ejercicios para dirigir tu atención hacia el cuerpo:

- Si notas que estás pensando demasiado: Puedes tratar de sentir los pies. El contacto con el piso, el peso, el roce de los pies con las medias o los zapatos.

- Si estás nerviosa en una reunión: Mueve lentamente los dedos, siente cómo circula la sangre, juega a tocar cada yema. 

- Si estás medio depre: Puedes probar con sonreír durante diez minutos seguidos, por reloj. Una sonrisa grande, bien forzada, casi de payaso. Lo más probable es que después de hacerlo te sientas mucho mejor.

- Si estás con falta de ánimo: Sirve erguir la espalada, saltar un poco o bailar; son movimientos que se van a trasladar a lo anímico; que te van a sacudir del letargo, la inercia y el mal humor. Hay que ponerse en movimiento.

Obviamente, al principio no será fácil: quizás el cuerpo quiera quedarse en la cama todo el día, y la mente, ir a trabajar y producir plata. Pero puedes ir haciendo concesiones para ambos bandos en pos de tu bienestar: Si has trabajado duro toda la semana y cumplido con todo (y con todos), estás en todo tu derecho de pasarte un sábado entero haciendo zapping o durmiendo siesta.

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